La India no es un destino cualquiera. Debemos tener en cuenta que, con 28 estados, se trata del séptimo país más grande del mundo. Por lo tanto, planear nuestro viaje a India supone una tarea de análisis que posiblemente nos lleve a centrarnos en zonas concretas del país. Una opción habitual suele ser decantarse por el norte o por el sur. Si queremos conectar con la espiritualidad del país, sin duda viajar al sur es una buena opción, ya que es aquí, con el Templo Meenakshi Amman, donde el Sur aventaja al Norte.
Repleto de estatuas, color y misterio, este templo seguramente sea uno de los más famosos de la India. Sin duda su aspecto es algo que no pasa desapercibido en la antigua ciudad de Madurai. Poco se sabe del origen de esta población, salvo que fue la Cultura Chola quién la gobernó allá por el siglo IV. A.C. Desde entonces diferentes dinastías hinduistas como la Vijayanagar y Nayak la habitaron durante un largo periodo de tiempo.
Aunque se dice que la primera construcción del templo data del siglo 600 A.C., lo cierto es que serán los Nayak, a lo largo de los años 1620 y 1650, quienes construirán el Templo de Sri Meenkshi. Este inmenso complejo cuenta con doce torres pasarela llamadas Gopuram. La más alta de todas ella es la torre sur y alcanza los 50 metros de altura. Entre todas reúnen más de 33 mil esculturas y figuras, todas ellas para rendir tributo a la diosa Parvati, también conocida como Meenakshi, marido de Shiva.
Sin duda, las citadas figuras son uno de los mayores atractivos y características del templo. En ellas podemos encontrar representados todo tipo de demonios, dioses y animales pertenecientes a la tradición hindú. Esta estética de formas orgánicas y vivos colores choca de frente con la tradición arquitectónica de occidente. Lo más curioso es que por antiguo que sea, todas ellas le otorgan al templo cierto aire futurista.
Una vez en el interior del templo encontraremos infinidad de porches, corredores y salas. Sin embargo, hay dos lugares que no debemos perdernos. Uno de ellos es el estanque del Loto de Oro. Se trata del epicentro del complejo y el lugar en donde los devotos a Meenakshi pueden bañarse en días de luna nueva o eclipses. De esta forma serán bendecidos y todos sus deseos se cumplirán. El segundo lugar es la sala de los Mil Pilares. Aunque bien podría definirse como un pasillo debido a su longitud, esta sala, como su propio nombre indica, cuenta con 985 pilares de estilo dravidiano. Actualmente es un museo, pero antiguamente fue una academia de poetas y lugar de encuentro del famoso Tamil Sangam.
Como suele decirse, siempre es mejor vivirlo que leerlo. Describir la espectacularidad de un lugar como este siempre es difícil. Se trata de un templo al que acuden los turistas, sí, pero más allá de eso al entrar allí nos daremos cuenta de que es un centro de espiritualidad muy vivo. La comunidad hindú que acude allí ha desarrollado toda una forma de vida en torno al propio lugar.