No se trata de un espejismo: el Oásis de Huacachina es un auténtico paraíso en medio del desierto en Perú. Sigue leyendo para descubrir todos los detalles de este lugar, rodeado de palmeras y huarangos.
A lo ancho y largo de todo el Planeta podemos encontrar desiertos de lo más variopintos y no todos en climas cálidos ni en África como se tiende a pensar también los hay de frío y de costa. Lo que sí tienen en común son las leyendas que giran en torno a lo que ocurre en los desiertos y los espejismos que allí tienen lugar.
Sin embargo, el oasis que hoy hablamos no es precisamente un espejismo: es real y paradisíaco. El Oasis de Huacachica o el Oasis de las Américas como se le conoce por ser uno de los pocos que se pueden encontrar en el continente americano, es un lugar increíble donde te puedes dejar sorprender a 5 kilómetros de la ciudad peruana de Ica, en el desierto costero del Pacífico.
Este lugar, cada vez más visitado, es un oasis natural en medio de la nada rodeado de arena blanquecina del desierto y con aguas color verde esmeralda. A este enclave le acompañan abundante vegetación con eucaliptos, palmeras y como no podía ser de otra forma, los típicos huarangos (similares a un algarrobo). La laguna surgió por el afloramiento de corrientes subterráneas y de hecho, en 1940 se le atribuyeron propiedades curativas. Por ello, se construyó allí uno de los balneraios más exclusivos e importantes de Perú en el que sus visitantes, conviven durante unas horas con los cerca de 100 habitantes que residen de forma habitual en el oasis.
A priori, puede parecer que ir a un oasis en medio del desierto es únicamente una visita en la que admirar lo caprichosa que puede llegar a ser la naturaleza a veces. Sin embargo, en Huacachina han sabido sacar partido al entorno que les rodea y por ello, hay dos actividades que se han hecho particularmente populares en la zona. Por un lado los buggies que son unos vehículos adaptados al desierto que sortean increíblemente bien las dunas del desierto costero del Pacífico ofreciendo: parece que vuelan a través de saltos imposibles. Por otro lado, aunque se cuenta que el sandboarding fue inventado en Brasil, los peruanos han adoptado notablemente bien esta modalidad deportiva. A falta de olas o pistas de esquí, buenas son olas debieron de pensar así que las tablas de sandobard son el mejor aliado de los amantes del surf y el snow que practican en el desierto su deporte favorito.
Un oasis de leyenda
Como no podía ser de otra forma, este paraíso natural que te encuentras en medio de la nada tras andar varios kilómetros bajo un sol abrasador, ha dado lugar a múltiples leyendas. Entre ellas y, la más extendida, la de una joven doncella: Huacay China. Cuenta la leyenda que se enamoró de un joven guerrero que, al poco de casarse, murió en combate. La muchacha desolada fue a llorar al campo de girasoles donde se conocieron y, lloró tanto que sus lágrimas, formaron una pequeña laguna.
Uno de esos días en los que la muchacha y su llanto pasaban las horas, un joven guerrero se acercó cuando y estaba oscureciendo. Ella, asustada, comenzó a correr y justo cuando él estaba apunto de alcanzarla, ella se lanzó a la laguna. Espero horas y horas hasta que el joven guerrero se fuera y cuando salió, se dio cuenta de que ya no tenía piernas: se había convertido en una hermosa sirena. La leyenda cuenta que cada noche de luna nueva, la joven sale de la laguna para llorar por su amado que murió en combate.