Hasta hace bien poco el panorama geopolítico de Asia Central era algo confuso, ilegible y lejano para muchos tal vez. Desde que Alejandro Magno estuviera por aquellas tierras, nómadas, árabes, persas, mongoles o soviéticos han dominado el territorio uzbeko. Estos últimos fueron quienes tuvieron el control del país hasta que en 1991 Uzbekistán se proclamo independiente.
Todos estos cambios y migraciones probablemente sean debido a que es un territorio clave en el cruce de importantes rutas de comunicación y comercio. Allá por el siglo I a.C. el desarrollo de la Ruta de la Seda comenzó, convirtiendo en puntos muy importantes algunas de las ciudades situadas en el que ahora es territorio uzbeko.
Samarcanda: Se trata, nada más y nada menos, que de una de las ciudades más antiguas del mundo aún habitadas. Debido a su localización y cercanía con la frontera de Uzbekistán los comerciantes pasaban por allí en su trayecto de China a Europa. Es por eso que prosperó y a día de hoy, con 2700 años de vida, es una ciudad llena de historia que no podemos perdernos si viajamos al país.
Caminando por sus calles encontraremos madrazas y ruinas tan antiguas como la propia ciudad. Es muy destacado el centro medieval de la ciudad, el Registán. No sólo por ser uno de los lugares más fantásticos de Uzbekistán, sino de todo Asia Central. Son tres las grandes madrazas que rodean este centro neurálgico: Ulugh Beg, Sherdar y Tilla-Kari.
Por otro lado, la mezquita Bibi Khanum, construida por la esposa del gran conquistador Tamerlán, o el mausoleo de Gur-e Amir, son arquitecturas que también tienen siglos y siglos de historia. Tanto es así que en 2001 la UNESCO la declaro patrimonio de la humanidad toda la ciudad en su conjunto.
Bukhara: El centro histórico de esta ciudad también fue declaro patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1993. Aunque es la quinta ciudad más poblada del país, Bukhara ha sido siempre el principal centro de la cultura islámica en Asia Central. Para los musulmanes esta ciudad es el punto de peregrinación más importante después de La Meca. Seguramente sea la ciudad más visitada de la Ruta de la Seda, pero también es la más hermosa.
Su arquitectura y arte forman parte de la cultura uzbeka y supone también un claro exponente. Al igual que Samarcanda, está lleno de mezquitas y madrazas, por lo que es importante seleccionar algunas si nuestro tiempo allí es limitado. En la Plaza Ulugbek podemos encontrar dos preciosas, la ulugbek y la de Abdul Aziz Ja. Algo alejado encontramos también la Plaza Po-i-Kalon, con una mezquita y una madraza al lado de otra. El impresionante interior de la mezquita Kalon no tiene nada que envidiar a la plaza que le da nombre. Por último, no hay que olvida la gran fortaleza que rodea el palacio del Emir, uno de los símbolos de la ciudad.
Khiva: Aunque es la más pequeña de las tres ciudades, no debemos abandonar el país sin haberla visitado. Situada en el suroeste del país, fue la antigua capital de la región histórica de Corasmia. Cuenta la leyenda que fue fundada en el mismo lugar que Sem, el hijo de Noé, cabó los pozos de Keivah. Y que de ahí viene precisamente su nombre.
Visitar Khiva supone conocer el barrio de Itchan Kala. Este lugar está situadoen el interior de la ciudad, rodeado de grandes murallas de piedra de doce metros de altura. Antes de que las caravanas de la Ruta de la Seda abandonara Uzbekistán, paraban aquí, el último oasis antes de adentrarse en el desierto dirección a Irán. Es por eso que podemos encontrar claros exponentes de aquella época. La mezquita Djouma, los mausoleos, las madrazas y los dos magnificos palacios de el Khan Alla-Kouli han convertido a este barrio en Patrimonio de la Humanidad desde 1990.