India en la ruta de la seda
Como ya presentamos en posts anteriores, estamos recorriendo la ruta de la seda. La primera etapa de nuestro viaje comenzó en Venecia y pasó por Florencia y Roma hasta llegar a Nápoles. Allí cogimos un barco para trasladarnos al punto de partida de la segunda etapa de la ruta de la seda, Alejandría, desde donde nos desplazamos a El Cairo para experimentar su famoso caos y descubrir su historia. Viajamos de las pirámides a los bazares de Estambul, donde nos maravillamos con el aroma de las especias y la Mezquita Azul. En la tercera etapa, conocimos el corazón de la ruta de la seda, Uzbekistán y tras dormir en una yurta y enamorarnos de cada uno de los azulejos de Samarcanda viajamos Kirguistán. Tras explorar las maravillas naturales de este país, viajamos a Almaty, en Kazajistán desde donde partimos hacia la ciudad oasis de Kashgar, ya en el Turquestán Chino.
El siguiente destino de nuestra particular Ruta de la Seda es la India, más específicamente las ciudades Delhi, Agra, Benarés y Calcuta. Esta última era el puerto, de este ramal de la Ruta de la Seda, desde donde partían barcos cargados de especias y sedas hacia Europa.
Delhi: La puerta a la India
Esta sexta etapa de la ruta de la seda comenzó en Delhi. La capital no es la ciudad más bonita de la India, pero sus contrastes y variedad sorprende a cualquiera que la visite. Lo primero que visitamos en esta ciudad fue la parte antigua. Comenzamos visitando Chandni Chowk, un enorme mercado repleto de gente que nos recordó al de El Cairo.
A nosotros nos encantan los mercados y nos moríamos por ver uno indio, con sus puestos gigantes llenos de especias y telas de colores. Y fue todo lo que nos imaginábamos y más. Mujeres vestidas con unos saris increíbles, ropa tradicional, alfombras de colores y objetos artesanales en cada esquina.
Sin embargo, siendo el primer día y con tanto cansancio acumulado por el viaje, deberíamos haber empezado por algún monumento turístico más tranquilo como la Tumba de Safdarjung, la Tumba de Humayun o el Templo del Loto que visitamos más tarde. La enorme avenida de Chandni Chowk nos llevó hasta el Fuerte Rojo, uno de los imprescindibles en la capital.
Otra de las cosas que más nos impactó de Delhi fue el Templo Akshardham. Es enorme, precioso y lleno de detalles. Es verdad que es nuevo y no rezuma historia, pero es una maravilla arquitectónica. Además de esto, también hicimos las clásicas excursiones como ir a escuchar los cantos de los fieles a Hazrat Nizam-Ud, visitar un templo sikh como Gurdwara Bangla Sahib o ver los icónicos lugares donde Gandhi vivió, fue asesinado e incinerado.
Agra: Historia, amor y marmol
Tras visitar Delhi cogimos un tren hacia Agra, donde vimos el impresionante Taj Mahal, un impresionante monumento al amor. La verdad es que lo único que conocíamos de Agra era el Taj Mahal, pero nos llevamos una agradable sorpresa.
La visita del Taj Mahal, el Fuerte Rojo, los mausoleos y el Bazar nos encantaron pero nos llevaron bastante tiempo y hay que contar con un tráfico muy complicado. Al anochecer nos subimos al tren y partimos rumbo a Benarés o Vārāṇasī.
Varanasi: La ciudad más antigua del Mundo
La verdad es que no sé qué decir sobre esta ciudad. Ni siquiera qué adjetivos utilizar. Varanasi es un imprescindible en cualquier viaje por la India y cualquier cosa que escriba se va a quedar corta. Es una ciudad que hay que vivir. Una ciudad mágica y teñida de color que no deja indiferente a ningún viajero.
Una de las ciudades más antiguas del mundo (de la que se tienen evidencias desde hace casi 4.000 años) que acoge a sus visitantes con un aroma a incienso, flores y madera quemada difícil de olvidar. Los increíbles templos budistas se ven desde lejos y te invitan a imaginar cómo debe ser vivir ahí los festivales del Makar Sankranti, en el que niños hinduistas tiran miles de cometas al aire o durante el Dev Diwali o fiesta de las luces en el que los ghats al pie de los templos se llenan de velas de aceite.
Sin embargo nuestra experiencia inolvidable en Varanasi no fue la visita a los templos, sino el paseo por el Ganges. Es sin duda el alma de la ciudad y recorrer en barca este río sagrado al amanecer, no tiene precio. Ver como la ciudad se despierta, como los fieles hacen sus abluciones a primera hora de la mañana para purificarse antes de acudir a sus oficios religiosos en los templos situados a lo largo del propio río, como las mujeres se acercan al río a lavar sus coloridos saris y como los fieles se acercan a los ghats a depositar flores y velas como ofrendas, es algo mágico. Contemplar en los ghats de cremación el ritual que las familias otorgan a sus difuntos, es una experiencia que merece la pena, pero en la que se debe respetar al máximo la intimidad de las familias. Hay que mantenerse alejado y en completo silencio, no hacer fotografías y no interactuar de ninguna forma. Debemos ser lo más invisibles que podamos.
La espiritualidad del lugar, la tradición, los ritos y la gente es lo que realmente merece la pena de este viaje. La emoción y el acercarse a otras realidades y culturas. Una experiencia enriquecedora que queda guardada en la memoria para siempre.
Calcuta: Una ciudad de contrastes
Tras nuestra experiencia en Benarés, viajamos a Calcuta, el puerto desde el cual partían barcos cargados de seda china hacia Europa.
Paradójicamente, esta ciudad nos pareció una de las más modernas del país. Aunque sí es cierto, que en sus calles contrastan edificios coloniales heredados de su pasado británico, catedrales y casas o colegios de lujo con templos hindúes, ghats y viviendas humildes o personas durmiendo en la calle. Una ciudad que representa la desigualdad y la variedad cultural como ninguna otra.
Durante nuestra estancia, visitamos el Kalighat, el magnífico templo de Kali, Dakshineswar y el templo de Belur Math dedicado a Sri Ramakrishna, donde pudimos ver cómo la gente de la ciudad acudía a rezar y practicaba diferentes rituales. Otra de las cosas que más nos gustaron de la ciudad fueron la enorme catedral de Saint Paul’s, el parque Maidan y el mercado.
Tras conocer la ciudad, nos despedimos de la India y viajamos a Myanmar, donde comenzará la séptima etapa de nuestra particular ruta de la seda.
Descubre la India
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir