Reportajes Club Marco Polo 2007: premio finalista 1
Presentamos el primer reportaje finalista del pasado año 2007 que nos mandó Laura García Serrano.
INDIA, JULIO 2007
Color, pasión, contrastes, lugares que te atrapan y te hacen vivir historias pasadas de tiempos antiguos. Entre Pakistán y China, Nepal y Bután, Myanmar o Bangladesh, bañado por las aguas del Océano Índico y refrescado por los vientos de las montañas del Himalaya, existe un país místico, el país de las Mil y una Noches, del Kamasutra, de Mahatma Ghandi…
Comenzamos un nuevo viaje.
Después de largas y cansadas horas de vuelo, aterrizamos en Delhi.La llegada nos recuerda a películas como Agua o La boda del monzón, e inmediatamente nos invaden decenas de personas dispuestas a servirte por unas pocas monedas, mujeres vestidas con coloridos saris y niños salidos de cualquier rincón. Nos sobrecoge el ruido ensordecedor del tráfico, la excesiva contaminación y el aire denso y sofocante del ambiente que apenas te deja respirar.
Todo esto provoca un tremendo impacto en nuestras mentes occidentales, en nuestro sentir capitalista, y debemos despojarnos de toda nuestra vida anterior para aprender a vivir durante un insignificante periodo de tiempo, en este país tan pobre y a la vez tan rico, donde las necesidades parece que no existen y donde la sencillez y la simpleza de su gente resulta tan complicada para nosotros.
Diez personas formamos este grupo. Algo nos une; tal vez el miedo a lo desconocido o el deseo de vivir una experiencia diferente a cualquier otra anterior.Recorremos Rajasthán en quince días, el estado de los maharajás, del lujo antiguo, de palacios y de fuertes.El visitante percibe el misticismo desde el primer día, y es difícil salir inmune a experiencias como la visita al Karnimata, donde se adora a un animal tan impopular y poco querido en occidente como es la rata; o la llegada a Ranakpur, uno de los templos jainistas más importantes de la India, enclavado en un espacio natural asombroso para disfrutar y compartir. Sin olvidar el Taj Mahal, el mausoleo de mármol blanco dedicado al amor y considerado uno de los edificios más bellos del mundo. Durante todo el viaje te encuentras rodeado de muchas personas, ya que este país cuenta con una densidad de población de más de mil millones de habitantes, y sin embargo, contamos con la oportunidad de pasar un momento eterno en el grandioso desierto del Thar, próximo a Jaisalmer, un tiempo de soledad para pensar y recapacitar.
Necesitaría muchas palabras para describir la riqueza de la India; su cultura, su tradición, su religión, sus contrastes…Agradezco desde aquí a los profesionales que organizaron nuestro viaje y agradezco, sobre todo, a mis compañeros de aventuras, a Ana y a Gloria, a Cecilia y Cayetano, a Alfonso y Clarisa, a Víctor, a Marisa y a Enrique.
Nadie sobraba en este grupo, todos teníamos una misión, bien la de alegrarte un trayecto de autobús, sacarte de un apuro idiomático, darte datos relevantes sobre alguna visita, hacer que tus compras sean más beneficiosas, compartir la comida o simplemente, ofrecerte una mano amiga o mostrarte su sensibilidad.La India te abre los ojos hacia muchas historias personales; recordemos a Tulci, la vendedora de pulseras de la torre del reloj en Jodphur, o al niño camellero que nos dirigió al desierto.Para los hinduistas, la vida es un constante aprendizaje. Lo que se hace es más importante que lo que se cree.
Ramana Maharshi dijo: “No te preocupes demasiado por lo que has sido en la vida pasada, ni por lo que serás en la futura, ocúpate mejor en descubrir lo que eres en esta vida”.
Todas las experiencias en la India te hacen pensar en lo que tienes, te hacen ser más humilde, te hacen ser mejor persona; pero, ¿ por cuánto tiempo?.
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