Reportajes Club Marco Polo 2008: premio finalista
Presentamos el premio finalista de reportajes del pasado año 2008 que nos envió Lucía Álvarez.
PERÚ 2008
3 de Agosto. Madrid, mediodía en el aeropuerto de Barajas, vuelo de Iberia a Lima, preparados para entrar en pista para el despegue según horario previsto, nos habla el comandante, “sentimos comunicarles que vamos a retrasarnos porque un pasajero ha insistido en abandonar el avión a pesar de nuestros esfuerzos para convencerle de que no lo hiciera, en estos momentos están retirando su equipaje de la bodega”, espeso silencio entre los pasajeros ,en aquel momento creo que la mayoría de los viajeros hubiera abandonado también el avión , ¿y si esa persona hubiera tenido una premonición?. Llegamos sin problemas a nuestro destino y a tiempo de ver las últimas luces del atardecer sobre el Pacifico.
4 de Agosto. Bus Lima –Trujillo. Nos unimos a la corriente de vehículos que en completo caos circulan por la panamericana a su paso por Lima camino del norte. Al terminarse las últimas casas de la ciudad nos sumergimos en un paisaje lunar, enormes acantilados de arena cayendo a pico sobre el mar, atravesados a media altura por la cinta de la carretera. Diminutas figuras se movían por las playas , ¿Cómo llegaban hasta allí?, no había pueblos ni caminos, hasta que vimos a una persona que se tiraba bajando en diagonal con los pies hundidos en la arena camino de ningún sitio hacia el mar.
5-6-7 de Agosto. Celio, nuestro guía local, resultó ser un hallazgo, culto y enamorado de su trabajo, nos introdujo en la cultura Mochica y Chimú y nos contagio su entusiasmo especialmente en la la Huaca de la Luna, que el había visto excavar siendo un niño. . Cham Cham, la ciudad de adobe nos sobrecogió con sus altos muros y sus bajorrelieves tan bien conservados. El museo de las tumbas reales resultó sorprendente por la riqueza del tesoro que alberga. No solo aprendimos del pasado, también de las plantas, los vientos y las historias que se cuentan pero no vienen en los libros.
7-8 de Agosto. Vuelta a Lima en avión por la noche y al día siguiente bus a Paracas. Realmente ninguno de los amigos que había viajado anteriormente a Perú me había contado lo desértico del paisaje de la costa, los casi dos mil kilómetros que recorrimos nos sobrecogieron por su falta de vida, ni un árbol, ni un pueblo, solo el desierto y las olas rompiendo en playas rectas e infinitas, de vez en cuando un oasis hecho posible por los ríos que bajaban de las montañas. Paracas, pueblo arrasado en el terremoto de 2007, era una pura ruina, se habían caído la iglesia y la mayoría de las casas, las ayudas a la reconstrucción estaban llegando con cuentagotas, y a pesar de todo la vida seguía en el paseo marítimo en obras, pero con cuatro o cinco terrazas donde servían pescado, cocinado de mil maneras y todas exquisitas. El capitán del barco que nos llevó a las islas ballesta, me contó que eran trece hermanos y solo tres quedaban en el pueblo, los demás habían emigrado a USA y España, que allí no había futuro.
9-10 de Agosto. Dos turnos para sobrevolar las líneas de Nazca, todos queríamos el primero, aquellas avionetas de cinco plazas no inspiraban mucha confianza cuanto antes lo viéramos mejor, al final resultó muy emocionante contemplar desde el aire lo que habíamos en fotos tantas veces.
10-11-12 de Agosto. La panamericana abandona la costa a 60 kilómetros de Arequipa, atravesando parajes de roca pelada para seguir su camino al sur. Un ramal se dirige al norte para subir hasta los 2300 metros, donde, rodeada de volcanes, el Misti el más emblemático, está la ciudad. La bruma nos acompaña durante todo el recorrido en la costa. Debido a los vientos alisios allí nunca llueve. Hasta que no empezamos a subir no percibimos la inmensidad de los montes que rodean y conforman el altiplano, las infusiones de hoja de coca (que amargas), nos ayudan a combatir el soroche
11-12-13-14 de Agosto. Arequipa está llena de vida y nos costó dejarla para visitar el cañón del Colca. El altiplano es la inmensidad vacía a 4000 m. de altitud. Viento, llamas, vicuñas, vegetación rala y soledad. El cañón era una romería de turistas todos obedientemente asomados al precipicio desde el que con una precisión casi matemática voló el Cóndor majestuosamente a la hora prevista, vuelta al autobús camino de Puno. Fatiga por la altura y frío por la noche, allí era invierno. El Lago Titicaca es precioso, en Taquile contemplamos la puesta de sol y parecía que se había detenido el tiempo.
Pasamos la noche en una casa de la comunidad acompañados del silencio y la luna llena. Los hombres son los que tejen punto de media, y las mujeres usan el telar, Nos contó el jefe de la familia que siguen viviendo igual que sus antepasados y que no quieren cambiar.
15-16-17 de Agosto. Camino de Cuzco, abandonamos el altiplano y empezamos a ver huellas de los Incas, todavía el paisaje es muy árido aunque empiezan a verse grupos de eucaliptos que se dan muy bien en Perú a pesar de su origen australiano. Días de descanso y visitas, lo mejor el grupo de mujeres indias con sus niños a la espalda visitando como cualquier turista el Coricancha
19-20-21 de Agosto. Que decir del Machu Picchu, es tal como me lo había imaginado, , rodeados de selva, con la niebla en jirones jugando con las piedras al amanecer.
21-22-23 de Agosto. La selva. Las alas del avión rozaban las copas de los árboles en el aterrizaje en Puerto Maldonado, calor, humedad y un lugar fuera del tiempo,a su ritmo con el rio Madre de Dios como eje de la vida en el pueblo. En el recorrido hasta el albergue pequeñas barcas en las orillas lavando la arena para extraer oro, ¿realmente pueden vivir de eso?, bueno, dice el guía, “son pequeños negocios familiares, dan para ir viviendo”. La vida en el lodge es como volver a los boy-scouts, excursiones con el grupo y vida comunitaria, la piscina envuelta en tela metálica como una enorme pajarera era un lujo después de las marchas por los senderos. Al atardecer, mecerte en la hamaca viendo pasar el río y terminar la jornada con un pisco sour.
24 de Agosto. Vuelta a casa, había oído que alguna vez a algún viajero le habían pasado a primera con billete turista, pues es cierto, me tocó, resultó un final perfecto de un viaje sorprendente, pues el Perú que conocí no era el que yo tenía en mi cabeza.
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