Ruta Dakar 2018: La Paz (Bolivia)
Continuamos con nuestra aventura por la ruta del rally Dakar 2018. En las jornadas anteriores, recorrimos los puntos por los que pasaba la carrera en Perú, hasta llegar al lago Titicaca, frontera con el siguiente país en nuestra ruta: Bolivia. Hemos dejado atrás visitas como Lima, las Líneas de Nazca o el Oasis de Huacachina, entre otras muchas maravillas peruanas. Comenzamos nuestra aventura en Bolivia y estamos seguros de que nos dejará recuerdos tan memorables como la etapa anterior.
¿Preparados? ¡Nos vamos! ?
Bolivia
Llegar a Bolivia ha sido un viaje muy gratificante. Cruzar una frontera de manera natural hace que disfrutemos más el camino. Desde el Lago Titicaca, nuestra última visita en Perú, hemos llegado a Copacabana, el pueblo a la orilla del lago, pero ya en territorio boliviano. Copacabana es uno de los destinos turísticos de Bolivia, pero también un lugar típico de peregrinación nacional, por su iglesia de la virgen de Copacabana. Los más creyentes, suelen visitar también la ermita del Calvario.
El mayor atractivo de la zona es la Isla del Sol, otro de los territorios que conviven en las aguas del lago Titicaca. En este caso, el mayor de ellos. Desde Copacabana, se puede coger el barco de ida y vuelta -y será el único transporte que encontréis, ya que en la isla no hay medios motorizados-. Tras una hora y media de viaje, más o menos, llegamos a la parte habitada por la comunidad Yumani, la zona poblada más grande de la isla del Sol. El lugar más importante que ver una vez aquí es la Escalera del Inca, aunque tampoco os podéis perder la Fuente de las Tres Aguas, con sus múltiples miradores. No diremos que es un paseo fácil, pero sí podemos asegurar que merece la pena.
Visitamos también la comunidad Challapampa, situada en la zona norte. Nuestra recomendación es hacer senderismo por los paisajes que unen la zona norte y sur de la isla. Unas tres o cuatro horas de recorrido en los que disfrutar de las vistas. Podemos visitar el Museo de Oro de la Ciudad Sumergida Marka Pampa, la Roca Sagrada y el Templo con particular laberinto.
El gran encanto de la Isla del Sol es poder deleitarse con calma con la puesta de sol y despertarse pronto para disfrutar del amanecer; por eso, nuestra recomendación es hacer noche. La altura, la ausencia de contaminación lumínica y el mágico paisaje consiguen que los inicios y finales del día sean inolvidables.
La Paz
Desde el lago Titicaca, estamos a poco más de cuatro horas en autobús de La Paz. Lo primero que debemos saber de una de las zonas más importantes de Bolivia, es que es la ciudad a mayor altitud del mundo: unos 4.000 metros sobre el nivel del mar (para que podáis haceros una idea, el Teide mide 3.719). Al igual que Lima, es una ciudad enorme, con miles de cosas para hacer, en la que merece la pena quedarse por lo menos cuatro días. Esto es lo que vamos a hacer nosotros, porque no queremos perdernos nada de lo que pueda ofrecernos.
Comenzamos nuestras visitas por el Mercado de las Brujas, uno de los puntos más atractivos para los turistas, por el misticismo mágico que se siente entre sus callejuelas, mezcla de la creencia boliviana en el poder de la naturaleza y la fe cristiana. Aquí podréis encontrar desde pociones, hasta todo tipo de souvenirs. Da igual si no sois supersticiosos, os podrá la curiosidad. Lo más llamativo que encontraréis son los muy conocidos fetos de llama. Sí, habéis leído bien. Según creencias ancestrales, si entierras un feto de llama bajo la tierra sobre la que vas a construir tu casa, encontrarás las fortuna para el nuevo hogar.
Continuamos con la Basílica de San Francisco, la principal de la ciudad, construida en 1758. Fue uno de los puntos que sirvió hace muchos años para convertir a la población al cristianismo. Llama la atención la presencia de algunos espejos dentro de la basílica. Esto se debe a que durante los años en los que el imperio español gobernaba Bolivia, utilizaba esto espejos para evangelizar al pueblo, convenciéndole de que lo que veían era su alma.
El centro de la ciudad está ocupada por la Plaza Murillo y las decenas de palomas que habitan en ella. Lleva su nombre en honor a Pedro Domingo Murillo, mártir del levantamiento de principios del XIX, que reclamó la independencia y soberanía popular. El mismo Pedro Murillo que protagoniza las historias que aterran a la población sobre la Calle Jaén, otro de los lugares típicos de La Paz. De día, es una vía de casitas bajas y coloridas, que rezuma espíritu boliviano, pero de noche se convierte en el foco del miedo de muchos locales, que incluso la rodean para evitar atravesarla cuando cae el sol. Hay quienes dicen que han visto aparecer el fantasma de Pedro Murillo, también quienes aseguran que han escuchado gemidos, gritos, cadenas de esclavos y golpes en las puertas que claman auxilio a altas horas de la noche. Para ahuyentar cualquier resto de malos espíritus, han colocado una Cruz Verde al principio de la calle, que vela por todos los transeúntes.
Una de nuestras tradiciones favoritas en cada una de las ciudades que pisamos es encontrar el mirador más alto y disfrutar de las vistas. En este caso, se trata del mirador de Killi Killi, que nos regala una panorámica de casi 360º de La Paz. Como os podéis imaginar, la subida no es fácil, pero, una vez más, la vista bien lo merece. Podemos ver toda la ciudad custodiada por el Monte Illimani.
El Teleférico es otra de las formas de llegar a lo más alto de la ciudad, aunque también la más debatida, ya que gran parte de la ciudadanía está a favor y otra gran parte en contra. Lo que no se puede discutir son las increíbles vistas que deja a nuestros pies. Lo mejor es cogerlo en Plaza España, en el barrio de Sopocahi, y seguir la línea amarilla.
Una visita curiosa donde las haya es a la Prisión de San Pedro. Estamos seguros de que llamará vuestra atención desde el minuto uno, no solo por lo colorido que resulta el lugar; también por la peculiar manera de autogestionarse desde dentro: son los propios presos quienes organizan la vida allí. Pagan alquileres por sus celdas y reciben continuas visitas. Incluso pueden ingresar por su propia voluntad. Es la más grande de Bolivia y donde más seguros se sienten los narcotraficantes.
Hemos dejado para el final de nuestra estancia el Valle de la Luna, porque es recomendable disfrutarlo durante una jornada entera. Al sur de la ciudad, en una zona que parece sacada de la mejor película. Podemos observar unas formas de lo más curioso, que ha provocado la erosión sobre las montañas. Las más peculiares son las conocidas como las chimeneas de hadas, que también aparecen en otros lugares del mundo, como Turquía. El nombre de Valle de la Luna viene de una visita del mismísimo Neil Armstrong, que aseguró que era lo más parecido que había visto a la luna en la tierra.
Hasta aquí nuestros días de visitas frenéticas en La Paz. Hemos encontrado una ciudad envuelta en un misticismo que contagia hasta a los menos supersticiosos, con una gente amable y encantadora y una gastronomía que invita a ponerse las botas a cada momento. Si venís por aquí, no podéis dejar de probar el sándwich de Chola, típico de La Paz; el anticucho o el chancho a la cruz, entre otros muchos manjares; y siempre acompañado de Chuflay, una bebida tradicional boliviana, hecho con ginger ale y singani y destilado de uva blanca Moscatel de Alejandría, que se vierte sobre hielo. ¡No podréis dejar de beberlo!
Todavía nos quedan dos paradas en Bolivia, en nuestra travesía por la Ruta del Dakar 2018: Uyuni y Tupiza; pero será después de descansar y volver a cargar pilas. Esperamos que nuestra llegada a La Paz os haya gustado tanto como a nosotros.
Bolivia, estamos deseando conocerte más.
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